21 oct 2009

La primera crónica de un partido para una página web

Abril de 2008: Riestra 2 - Liniers 2
La Topadora peleaba el campeonato con el C.A.D.U. de Osvaldo Diez (DT) y Javier Velázquez (goleador letal, hoy en Racing Club de Avellaneda). Finalmente fue el conjunto de Zárate el campeón de la divisional.

UN PASO ATRAS
Luego de la derrota sufrida ante Berazategui, Liniers sabía que la única chance que le quedaba para alcanzar el objetivo (el campeonato) era hacer “cartón lleno” ganando los 24 puntos que restaban por delante y esperando algún que otro traspié de Defensores Unidos, por eso este empate en dos goles deja un sabor amargo.
La Topadora presentó un equipo con más recaudos que en anteriores presentaciones, parando cuatro defensores, tres volantes, un enganche y dos puntas, pero su funcionamiento colectivo no cambió en demasía. Si bien a los 3' ya ganaba 1 a 0 con una volea inatajable de Silvio Fuentes desde afuera del área, no supo manejar el partido y entró en el ritmo que le propuso su rival, que recién a los 39´ logró llevar peligro al arco defendido por Marcos Fernández y consiguió el empate con una certera definición de Darío Sánchez, que había recibido una magistral asistencia del ex Liniers, Matías Fleitas. El equipo de Quercia respondió inmediatamente y casi se va al entretiempo en ventaja, luego de un tiro de esquina ejecutado por Fuentes que pegó en el travesaño tras un mal despeje de la defensa local.
A los 3' de la etapa complementaria los dirigidos por Gabriel Pérez Serra se encontraron con una inmerecida ventaja, con el gol de Adrián Solonyczny, que se anticipó a todos para conectar de cabeza el tiro libre enviado por Matías Fleitas y poner el 2 a 1 para los locales, que continuaron con su planteo mezquino y al margen de algunos remates esporádicos de media y larga distancia, no hicieron nada para justificar su ventaja parcial.
Liniers siguió tomando decisiones apresuradas con el balón y se enredó en su propia incapacidad ofensiva. Aunque desde el banco llegaron los cambios, primero ingresó Fernando Cáceres para intentar crear juego en el medio campo, desde ese momento el equipo defendió con tres, y luego entró Walter Negreti para jugar con tres delanteros bien definidos (junto a Sánchez y Bianchi) no pudo torcer el desarrollo del cotejo y el gol de Negreti en el tercer minuto de descuento solo quedó para la estadística, porque en estas instancias perder o empatar da lo mismo.
Tras esta igualdad, Liniers queda a 7 unidades de los Zarateños cuando solo quedan 18 puntos por jugarse. Si bien el líder del torneo tiene más de un cotejo complicado de aquí al final (entre ellos Argentino de Quilmes y Midland, ambos en condición de visitante) el principal rival del equipo de Sebastián Quercia es el propio Liniers, que desde hace varios encuentros se viene mostrando falto de ideas claras y resolutivas, tanto dentro como fuera del campo de juego.

Publicado en www.liniersenascenso.com.ar

10 oct 2009

Entrevista Cristian Campestrini

"NO CREO QUE EL PENAL QUE FALLE ANTE INSTITUTO MARQUE MI CARRERA"
Cristian Campestrini, el símbolo de Almirante Brown, repasa sus dos años en la institución de Isidro Casanova, resalta su campaña y remarca: “Con 59 puntos, nadie pelea el descenso”. Y aunque su nombre suena como posible refuerzo, en varios equipos grandes de la primera división del fútbol argentino, no se la cree: “Yo no soy arquero, juego de arquero”.
CAMPE, como lo llaman sus amigos, integró en Rosario Central, aquel equipo dirigido por el Patón Bauza, que se quedó en la puerta de la final de la Copa Libertadores 2001. Con sólo 20 años, vivió todos los partidos del torneo continental desde el banco, y si bien jugó algunos cotejos del torneo local, decidió irse (en busca de mayor continuidad) a Argentino de Rosario, en la Primera B. Logró su objetivo y después de un muy buen año pasó a Ferro Carril Oeste. Luego, tras tener un gran nivel en Tigre, llegó a Almirante Brown, donde ascendió a la B Nacional y, aunque su equipo volvió a la B Metropolitana (el descuento de puntos lo condenó), es ídolo.
¿Qué balance hacés de estos dos años en Brown?
-Fueron increíbles, porqué en el primer semestre quedamos ahí de ser Campeones, y en el segundo lo pudimos lograr. Después, la temporada de la B Nacional fue formidable, porqué salimos terceros. Hoy estaríamos jugando la promoción con un equipo de Primera, nos toca perder la categoría por la quita de puntos.
¿Psicológicamente, cuánto influyó el descuento de puntos para hacer ésta campaña?
-Y… capáz que si empezábamos con cero puntos, no hacíamos la misma campaña, porque es la realidad. Sería un mentiroso si dijera: “Si no nos sacaban los 18 puntos podíamos ascender a la A”. Capáz que hacíamos 20 puntos, cuando uno sabe que con 40 ya se queda en la categoría. Pero se siente, el futbolista juega siempre con eso. Nosotros ganamos 15 partidos en la B Nacional y no pudimos festejar ninguno porque teníamos que sumar. Que quedaban 15, menos 12, menos 10, hasta llegar a cero. Mientras los demás equipos ya estaban sumando hacía tres meses.
Con lo que hicieron este año. Si mantenían la categoría, no era descabellado creer que en un futuro no muy lejano, Almirante pelearía por un ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino. Con este descenso, ¿pensás que se perdió todo ese trabajo?
-Para mí la palabra descenso es fea, perdimos la categoría porque la A.F.A. nos quitó 18 unidades. Con 59 puntos, ningún equipo está peleando el descenso. Ben Hur con 38, estuvo luchando hasta lo último. El Brown no armó un plantel, ni hizo una campaña para decir: “Que muertos estos jugadores. Hicieron 59 puntos y se fueron al descenso”.
Pero descendieron.
-Lamentablemente pasó esto de los puntos, sabíamos que era difícil. Pero ver las burlas y las risas de todos cuando Almirante se presentó en la B Nacional, nos dio muchísima fuerza para afrontar el desafío y llegar a la última fecha con chances.
“Súper Campestrini”, como lo describe una bandera presente en cada partido que se vive en Isidro Casanova (en la que su imagen lleva una capa similar a la de Superman), le puso un candado irrompible al arco de la Fragata. Sus números son impactantes; en sus dos años en el conjunto aurinegro, jugó 81 de los 82 cotejos que disputó su equipo. Ganó 42, empató 24 y perdió 15, recibiendo sólo 52 goles y manteniendo su valla invicta en 46 ocasiones. Además, atajó dos penales. En ese lapso sólo sufrió una expulsión. Tal vez, la única mancha en su paso por el Mirasol, sea el penal que (14 días atrás) le atajó Diego Pozo, arquero de Instituto, rival directo en la lucha por no descender.
Lo único que te faltó en Almirante fue hacer un gol, ¿por eso pediste patear el penal contra Instituto?
-No, yo siempre dije que los goles no importa quien los haga. Lo principal era que se beneficiara Almirante, pero ese día estaba con mucha fe, confiado. No la agarré bien y terminó atajándola el arquero, pero yo no buscaba ni hacer mi primer gol en Almirante, ni mi beneficio. Al contrario, sino el del equipo.
¿Ese penal pudo haber marcado tu carrera negativamente?
-No, para nada, uno lo siente en el alma por todo lo que veníamos luchando. Pero si pienso en negativo, me tengo que tirar en el Paraná con una bolsa de cemento atada a los pies. Sí duele, se vio cuando terminó el partido, la impotencia, el llanto.
¿Fue lo peor que viviste en tu carrera?
-Había errado un penal jugando para Tigre, contra Belgrano y lo sentí. Pero realmente el penal de Almirante me dolió mucho más. Estábamos con toda la fe de que lo podíamos ganar, y yo de que podía romper el arco. Después, que se te caiga todo eso, se te desmorona todo… son obstáculos que uno tiene que superar, fue un trago amargo.
¿Tu ciclo en Almirante está cumplido?
-Yo no descarto nada, pero no creo que siga en el club. Pero si tengo que seguir atajando en la Primera B, lo haré porque es mi trabajo.
Tu nombre está en la lista de refuerzos de varios clubes: River, Vélez, Huracán, Central. Si viene tu representante (Jorge Syterszpiller) y te pregunta “¿dónde querés ir?”. ¿Qué le respondés?
-Lo mejor que venga. Uno no puede darse el lujo de decir: “me gustaría acá, me gustaría allá”. Lo que salga. Siempre y cuando mi representante y el club estén de acuerdo. Uno ataja en cualquier lado, cual sea el equipo, voy a tener que ir y seguir dando todo, como hasta ahora.
Pero elegí uno.
-Son clubes importantísimos, hermosos. Cualquier jugador siempre sueña con estar ahí, pero es lo que Dios disponga y uno va a estar felíz siempre donde esté, agradecido al club por darle trabajo, más en clubes así como los que vos nombrás, uno tiene que estar agradecido.
¿Sos conciente de que si mantenés en Primera el nivel que venís mostrando en el Ascenso la Selección no te va a quedar muy lejos?
-Uno trata de brindarse, de mejorar muchísimas cosas, porque yo en mi caso no soy arquero.
¿Cómo que no?
-Juego de arquero. Arqueros son los tipos que ya han jugado muchas cosas, como Navarro Montoya por ejemplo, esos son arqueros. Uno juega de arquero y día a día trata de mejorar cositas, ir puliendo detalles. Lo principal ahora será estar en un club y adaptarse a lo que venga.
¿Y qué es lo que viene?
- Tendría que regresar a Tigre (dueño de su pase), pero el martes Almirante va a hacer uso de la opción. Ahí nos reuniremos con Syterszpiller y veremos la situación. Mientras tanto, sólo estoy esperando para saber que va a pasar.

Para 2do año del I.S.Pe.D. (Julio de 2008)

Nota color

LA PASION NO DESCIENDE
Almirante Brown obligado a ganar para no descender a la Primera B Metropolitana, recibía a Chacarita. La hinchada, ese fenómeno alguna vez descripto por Jorge Valdano como “un monstruo de mil cabezas”, rebalsa la tribuna popular: “Ho, el Brown no se va...” entona durante gran parte del juego, al principio como una imposición, más tarde como una súplica. En la platea, un muchacho de unos 25 años, indumentaria íntegramente aurinegra. Rostro tapado por una barba estilo Che Guevara. Pelo corto con pronunciadas entradas, cual Abel Balbo o Bernie Romeo. Acompañado de su novia, algo así como una Cindy Crawford argentina (lunar sobre el lado derecho del labio incluido), se suma a la ovación que la multitud le ofrenda a Cristian Campestrini, ídolo de la Fragata: “Olé, olé, olé, olé... Campe, Campe...”.
Con el encuentro en marcha, da más indicaciones que el mismísimo Blas Giunta. Pide que Basualdo se mueva más, porque la pelota no le llega a los delanteros. Que abran la cancha con Verón y Deláguila. Que prueben de media distancia. Se enoja con el árbitro, Carlos Maglio, cada vez que éste marca una infracción a favor del equipo que dirige Pedro Monzón.
Termina el primer tiempo y por primera vez, desde que empezó el partido, se sienta y abraza a su chica, sin pronunciar palabra alguna, se miran y, con un silencio casi premonitorio, se dicen todo. Sonríen cuando un encargado de seguridad, retira del campo a un canino que rondó el área más veces que los delanteros del aburrido cotejo que se disputa en la tarde de Isidro Casanova. Empieza el segundo tiempo y se enoja con Giunta cuando lo saca a Verón. Le pide que lo reemplace a Demus y, minutos después, Blas le da el gusto y cambia a Pérez por el ex Almagro. Posteriormente, con la inclusión de Varaldo, planifica la maniobra ofensiva que (pretende) le dé el gol, el triunfo, los tres puntos y la salvación a su equipo: “Ahora sí, que desborde Pérez y que le meta el centro a Varaldo, que éste se las manda a guardar”.
Pero esa jugada nunca ocurre. El final del partido, sin goles, sentencia a Almirante a descender. Ella lo abraza, él queda atónito, sus ojos apuntan al campo de juego pero su mirada está perdida, no encuentra explicación a lo que está viviendo y el dolor le perfora el alma: “¿Cómo puede ser? ¿Salimos terceros y nos vamos a la B? Todo por esos hijos de puta que nos sacaron 18 puntos”. Todos aplauden al equipo. Insultan a Julio Grondona. Vuelven a aplaudir. Baja una nueva ovación para Campestrini que, al igual que la mayoría de sus compañeros, abandona el terreno de juego ahogado en lágrimas. Ella y él también lloran, se abrazan, ya no escuchan nada alrededor. Él la tranquiliza y promete, con absoluto convencimiento: “El año que viene ascendemos de nuevo”.

Para 2do año del I.S.Pe.D. (Julio de 2008)